No, no solo existe lo que vemos. En nuestro entorno pueden encontrarse elementos no perceptibles a la vista como son los gases. Las formas o estados en las que podemos encontrar la materia son tres: sólido, líquido y gaseoso. Y se puede producir un cambio de estado (por ejemplo de líquido a gaseoso, que es lo que ocurre cuando hervimos el agua a 100ºC). La densidad es lo que relaciona el peso o masa de un cuerpo con el volumen o espacio que ocupa en el medio. En este experimento ha sido de gran importancia este parámetro físico puesto que debido a la mayor densidad del gas obtenido en los globos es que se ha logrado apagar las velas.
El circuito eléctrico, para que circule por él la corriente eléctrica y se encienda la bombilla, debe ser cerrado y estar compuesto por una bombilla, un interruptor, una pila y dos cables. Es posible que un objeto ejerza una fuerza sobre otro, sin que se toquen, por ejemplo: los imanes y la aguja de una brújula. Cuando situamos cerca dos imanes, estos interaccionan entre sí, de manera que se atraen o se repelen, según sea su polaridad. La aguja de la brújula siempre señala el Norte de la Tierra porque la aguja magnetizada tiende a colocarse paralela al campo magnético que existe de forma natural en nuestro planeta.
La relación que tiene la luz del sol con los colores es real pues tras este experimento hemos podido comprobar que un globo blanco cuesta mucho hacerlo explotar con la luz del sol; sin embargo, un globo de color negro se explota muy rápidamente. Cuando la luz del sol toca nuestra piel, esta la absorbe y, por acción de la melanina (que es una sustancia segregada por nuestro organismo para protegerla de los rayos ultravioletas), se oscurece. Cuando un globo recibe la luz del sol y se calienta lo que le ocurre es que se estira y termina explotándose. En nuestro entorno podemos encontrar muchas fuentes de energía, pero la principal es el Sol.
Lo decimos porque además de nuestros ojos, la ciencia nos aporta otros detectores (artificiales) como las cámaras fotográficas digitales, las lupas, los microscopios o los teléfonos móviles que nos permiten verla; aunque también aporta evidencias de que lo invisible (la luz) tiene efectos sobre los objetos con los que interactúa. Por eso, podemos decir que la ciencia nos ha enseñado a ver más allá de los ojos.