La luz del sol es una mezcla de diferentes longitudes de onda, y cada longitud de onda corresponde a un color diferente en el espectro visible. Cuando la luz del sol atraviesa la atmósfera de la Tierra, se dispersa y se separa en sus componentes, lo que produce los colores del arco iris. Por ejemplo, cuando la luz blanca del sol atraviesa gotas de agua en el aire, se descompone en sus colores individuales, creando un arco iris. Cuando la luz del sol toca nuestra piel, ocurren varios procesos. Una parte de la luz se absorbe y otra se refleja. La radiación ultravioleta (UV) en particular puede penetrar en la piel y causar daño si no se protege adecuadamente. Los rayos UV pueden provocar quemaduras solares, envejecimiento prematuro de la piel e incluso cáncer de piel. Cuando un material como un globo recibe energía, esta energía se convierte en calor. En el caso del globo, la energía se absorbe en forma de luz solar. Esta energía calienta las partículas del globo, aumentando su energía cinética (movimiento) y, por lo tanto, su temperatura. Esto puede hacer que el globo se expanda si es flexible o simplemente se caliente si es un material más rígido. La energía está presente en muchas formas en nuestro entorno. Aparte de la energía solar mencionada anteriormente, podemos encontrar energía en forma de calor geotérmico bajo la superficie de la Tierra, energía cinética en el viento que impulsa los molinos de viento, energía química almacenada en alimentos y combustibles, y energía eléctrica generada a partir de diversas fuentes como la hidroeléctrica, la nuclear, la eólica y la solar. Además, hay energía almacenada en la biomasa, que se puede utilizar como combustible, y en el movimiento del agua en los océanos y los ríos, que puede aprovecharse para generar energía hidroeléctrica.